La necesidad de una regulación para la manipulación genética
Si cuando la ciencia hizo posible la fecundación in vitro, muchos se llevaron las manos a la cabeza, ahora la polémica es mayor. Las sofisticadas técnicas de análisis genético actuales hacen posible la selección de los embriones más aptos ( e incluso elegir cabello, color de ojos y sexo). La revista Science abre de nuevo esta semana el debate sobre el poder que deberían tener los padres a la hora de elegir’a su futuro hijo, y el tema sale a los medios porque el experto en Bioética Thomas Murray -expresidente del reputado Hastings Center y actualmente profesor en la Universidad Nacional de Singapur- pide que autoridades y sociedades científicas se pongan ya de acuerdo en cómo regular este espinoso asunto y pone de manifiesto que las opiniones son diversas y distan de estar encaminadas en la misma dirección.
A principios de los años 70 la revista Nature le contaba al mundo los avances médicos de la ciencia en este terreno con el titular: «Primeras etapas de la fertilización in vitro de ovocitos humanos madurados in vitro”. El estudio, firmado por los investigadores Robert Edwards, Barry Bavister y Patrick Steptoe, era el primero en confirmar que la creación de un embrión fuera del útero materno no solo era posible en el mundo feliz ideado por Aldous Huxley. En 1978 nacía Louise Brown, la primera niña concebida por reproducción asistida.
Desde entonces, la medicina y la ciencia han avanzado muchísimo. La prestigiosa revista Science ha publicado un artículo que habla de cómo la tecnología ha superado a la ética en el posible diseño de un bebé. Como explica Murray, “¿cuánto poder deben tener los padres para elegir quién será su hijo? Dadas las mejoras de las tecnologías genéticas, genómicas y reproductivas –que otorgan a los padres la posibilidad de prevenir enfermedades mortales en los niños que todavía no han nacido e incluso para seleccionar rasgos como el sexo– el consenso profesional sobre la forma en que deben utilizarse se queda atrás”.
Ciencia, ya no ficción
Junto con el estudio morfológico, se aplican en muchas ocasiones técnicas de análisis genético, también utilizadas para detectar en el ADN anomalías asociadas a alteraciones como los síndromes de Down y Turner. Una de las más utilizadas es el diagnóstico genético preimplantacional (DGP). “Se ha avanzado bastante en cuanto al análisis genético –explica María José de los Santos, directora del Laboratorio FIV del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) en Valencia–. Antes solo podíamos obtener datos sobre un número muy concreto de cromosomas, ahora somos capaces de ver todos los pares”.
La controversia en torno a la ética es lo que ocupa hoy el debate social médico. Los expertos aseguran que está prohibido en ciertos países, y sigue siendo muy es caro e invasivo, pero todos aseguran que, con el tiempo, será más rápido y barato, pero siempre habrá pacientes y médicos que prefieran evitar la extracción de células del embrión.
En Europa existen diferencias en la legislación que se aplica a los tratamientos de reproducción asistida. En Italia antes no se permitía el diagnóstico genético preimplantatorio, ahora ya sí. En otro sitios como Suiza o Alemania no se permite que los embriones se desarrollen en el laboratorio ocho días, como en España.
En algunos territorios del otro lado del Atlántico las leyes son más permisivas en varios aspectos, sobre todo en los relacionados con la selección de otras características del embrión. “En Estados Unidos se permite elegir el sexo sin que exista una razón para ello –asegura De los Santos–. Incluso se permiten los úteros de alquiler”. Lo mismo ocurre en México.
“No todo se puede hacer –advierte de los Santos–. Cabría pensar que esto resulte en que las personas tengan la posibilidad de elegir un niño perfecto. Hay que controlar que la sociedad no derive en una especie de ‘mundo feliz’ de Huxley”. En 2009, una clínica de Los Ángeles decidió añadir a su oferta la selección del color del pelo y los ojos de los futuros niños. Aunque la probabilidad de éxito en este tipo de discriminaciones ya es alta, la empresa se vio obligada a retirar su oferta cuando la opinión pública se mostró totalmente en contra.
La técnica más avanzada es la secuenciación del genoma, que «pronto llegará –vaticina De los Santos–. Mediante las nuevas técnicas de secuenciación masiva podríamos saber en teoría la secuencia completa del genoma del embrión y compararla con una base de datos general que te permitiría comprobar si es portador de alguna enfermedad que incluso fuera desconocida por los padres”. Sin embargo, según la experta, “aún queda mucho recorrido”. Aunque su potencial es muy alto, su utilización generalizada “aún no es rentable”, ya que el análisis de todo el genoma no es económicamente viable ( 5.000 dólares por genoma y con un promedio de ocho embriones por ciclo, supondría un gasto de 40.000 dólares por procedimiento de FIV). Pero los precios van a seguir bajando y la capacidad de análisis se va a incrementar.
En España, la aplicación del Diagnóstico Genético Preimplantacional está limitada a unas condiciones y casos concretos que establece la Comisión Nacional de Reproducción Asistida. Por ejemplo, la última Ley de Reproducción Asistida, aprobada en 2006 solo admite la selección del sexo del bebé “con fines terapéuticos” para evitar enfermedades como la hemofilia y la distrofia muscular.
La experta del IVI pone otro ejemplo: el de los padres que quieren tener un hijo con unos tejidos compatibles con los de un hermano que tenga una enfermedad grave para poder curarlo. Actualmente, la selección de embriones con este fin está permitida pero sujeta a la valoración de cada situación por parte de la comisión. “Una pareja puede decidir tener otro hijo para que la médula, la sangre o las células del cordón umbilical puedan ayudar en un futuro a su hermano. Entonces tenemos que hacerle llegar una petición”.
“Algunos sectores de la sociedad podrían pensar que buscan otro niño como un objeto, pero los padres lo deciden como una alternativa. Además de darle un hermanito, pueden salvar la vida de su hijo –recalca De los Santos–. Hay una ética en la fecundación in vitro para utilizar cada uno de los métodos de selección embrionaria en función de las necesidades del paciente”. / SINC
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